San Vicente de Paul

Profeta y místico de la acción, hizo objetivo prioritario de su vida, imitar a Cristo en el compromiso radical a favor de la justicia y defensa de los derechos de los más pobres, los “sin voz”.

De origen extremadamente humilde, nace en 1581, su carrera religiosa le lleva a codearse con la nobleza y la corte parisina. Es consciente así de la coexistencia de dos mundos, el de los ricos y el de los desprovistos de todo.

La miseria, la gran hambruna, la peste y las continuas guerras afectan a toda Francia, pero de forma especial se ceban en la población rural, los obreros, los mendigos y los vagabundos. En las ciudades los obreros se alojaban en arrabales miserables con las peores condiciones de vida, los mendigos llenaban las calles sin ningún medio de subsistencia ni protección y la pobreza se hacía extrema en las zonas rurales.

Profundamente conmovido por la pobreza y el sufrimiento que le rodeaba, Vicente de Paúl comenzó con gran amor, de una manera sencilla, la ayuda a los más necesitados; intenta dar respuesta a esta realidad fundamentalmente con tres obras:

  • La fundación de la Congregación de la Misión, los Padres Paules, en 1625, para la evangelización de los pobres y la formación del clero.
  • Las Cofradías de la Caridad, actualmente A.I.C. (Voluntarias de la Caridad), asociación laical dedicada a la asistencia a los enfermos y a la instrucción de la juventud.
  • Las Hijas de la Caridad, en 1633, cuyo fin principal es, según el propio fundador, “honrar a Dios sirviéndole corporal y espiritualmente en las personas de los pobres ya sean enfermos, niños, encarcelados u otros cualquiera”.

San Vicente falleció el 27 de septiembre de 1660.

Santa Luisa de Marillac

Contemporánea de Vicente de Paul, era hija de una familia noble. Huérfana de madre muy pronto, su padre le proporcionó una formación extraordinaria en todas las ramas del saber. Era también sumamente piadosa y ejemplar. Gracias a su posición social, se casa con Antonio Le Gras, secretario de la Reina y enviuda a los 36 años, momento en el que se pone bajo la dirección de Vicente de Paul que poco a poco la iría iniciando en las distintas obras de caridad.

En poco tiempo casi todas las parroquias de la ciudad y de los arrabales de París cuentan con cofradías de la caridad. En un principio formadas por mujeres voluntarias que prestaban su ayuda y su tiempo para atender a los pobres.

Santa Luisa será cofundadora de las Hijas de la Caridad con San Vicente y la animadora espiritual de esta nueva compañía. Desde el inicio se empeña en que las hermanas vivan en comunidad para un mejor servicio a los pobres, sin depender del obispo del lugar.

Santa Luisa falleció el 15 de marzo de 1660.

“Los pobres se pierden porque ignoran lo necesario para salvarse”

“Somos responsables de ellos si no sacrificamos toda nuestra vida a instruirlos.”

“Dar a los niños una formación cristiana, arrancarlos de la tentación de la ociosidad, de los peligros callejeros; permitirles mediante un trabajo honrado subsistir”

Desde el principio de la compañía de las Hijas de la Caridad, Luisa de Marillac dota a las Caridades Parroquiales de pequeñas escuelas, marchando siempre unidos el cuidado de los enfermos y la instrucción de niños. “Si había maestra en su lugar, le daba consejos, y si no, formaba una

La primera escuela se crea en la Parroquia de San Lorenzo, París en 1643. Luisa de Marillac pide autorización al Gran Chantre de Nôtre Dame, monseñor Miguel de Masle, en la carta que aún se conserva comenta: “…Si estas pobres niñas permanecen en su ignorancia, hay que temer que ella les acarree una malicia que las torne incapaces de realizar su salvación. Espero por el contrario, que Dios sea glorificado si los pobres, sin dar nada, pueden enviar libremente a sus niños a las escuelas…

De Margarita Nausseau, la primera maestra que se forma en la escuela de Luisa de Marillac, cuenta Vicente de Paul: “Movida por una fuerte inspiración del cielo, tuvo el pensamiento de instruir a la juventud; compró un alfabeto y, no pudiendo ir al colegio para aprender, mientras cuidaba las vacas estudiaba su lección”. Después de su formación se dedicó a la instrucción de la juventud consiguiendo una gran demanda de tal forma que a las alumnas que no podían asistir por la mañana, por tener tareas en el campo, las recibía por la noche.

Muy pronto Vicente de Paul se dio cuenta de que no se podía realizar un servicio válido si no se contaba con una cierta especialización “Y vosotras mis queridas hermanas, hacéis profesión de instruir a los niños”. Se pone en marcha entonces la formación de las Maestras de Escuela no solo bajo la dirección de Luisa de Marillac, sino que se las envía a otras escuelas a perfeccionar los métodos de enseñanza.

Vicente de Paul elabora unas Reglas Particulares para la Maestra de Escuela, con la voluntad de de establecer en las escuelas un plan conjunto con miras a un mejor servicio educativo, en ellas se encierran las constantes que definen e identifican a los centros vicencianos a lo largo de la historia.

La primera fundación en España de una escuela fue en la ciudad de Barbastro (Huesca) en 1793, a partir de entonces se suceden las fundaciones y en la actualidad existen 204 centros educativos en toda España que abarcan desde guarderías a bachilleratos.

“Mientras reinen en vosotras la caridad, la humildad y la sencillez, se podrá decir: Todavía vive la Compañía de la Caridad.»

“Jesucristo es la fuente de donde procede su amor, el fuego que estimula su acción y las apremia hacia los más pobres, la fuerza que dinamiza sus proyectos, el tesoro que da sentido a su vida.”

Se sienten llamadas a servir a Jesucristo en la persona de los pobres y marginados, con espíritu de humildad, sencillez y caridad. Motivadas por el amor de Cristo y fortalecidas por una profunda vida de oración, viven en comunidad, apoyándose en su misión común de servicio.

Además de los votos de pobreza, castidad y obediencia tienen un voto especial de servicio a los pobres. Estos votos son “no-religiosos”, anuales y siempre renovables. La Iglesia las reconoce como Sociedad de Vida Apostólica.

Vicente de Paul inicia en 1617 su labor con la Asociación de las Damas de la Caridad, pero pronto descubre que la caridad necesita ser organizada. Estas Damas hicieron un gran trabajo pero eran tantas las necesidades que fue necesario buscar ayuda.

Una sencilla joven campesina, Margarita Naseau, se ofreció a Vicente para dedicar su vida al servicio de los pobres. Su ejemplo se extendió… De este modo nació la Compañía de las Hijas de la Caridad. Margarita murió contagiada de la peste después de acoger en su cama a una pobre enferma.

Vicente de Paul confió la formación de estas jóvenes a su colaboradora Luisa de Marillac y el 29 de Noviembre de 1633 comenzaron, bajo su guía, a vivir su ideal en comunidad.

Las Hijas de la Caridad eran distintas de los otros grupos religiosos de aquel tiempo. A fin de moverse más libremente por las calles y salas de los hospitales debían tener:

  • por monasterio, las casas de los enfermos
  • por celda, un cuarto de alquiler
  • por capilla, la parroquia
  • por claustro, las calles de la ciudad
  • por clausura, la obediencia
  • por rejas, el temor de Dios
  • por velo, la santa modestia

Las primeras Hermanas iban y venían por las calles de París y cuidaban a los pobres enfermos en sus casas. Después, sirvieron en los hospitales, escuelas y casas para niños expósitos. Pronto comenzaron el cuidado de los galeotes, los soldados heridos, los ancianos y los aquejados de alguna enfermedad psíquica. De hecho, cualquier persona en necesidad era objeto de sus cuidados.

Enseguida se desarrolló su espíritu misionero y fueron a establecerse en un hospital en Polonia; el primer paso en su camino hasta llegar a ser una Comunidad extendida por todo el mundo. Actualmente, son unas 19.937 hermanas viviendo y trabajando en 2.322 comunidades en 91 países de los cinco continentes.

Las Hijas de la Caridad viven en sencillez, en comunidad, compartiendo lo que son y lo que tienen, celebrando la vida y la fe. Juntas, se ayudan para ir dondequiera que las personas sufren y construir con los pobres de la tierra su propio desarrollo. Actúan con toda libertad dejando su casa, portadoras de alegría y de esperanza, para ir hacia los que viven sin libertad. Cuando las sociedades cambian y se desarrollan también lo hace el servicio en que las Hijas de la Caridad se comprometen.

Convencidas por la fe y la experiencia de que Justicia y Paz se besan, las Hijas de la Caridad construyen, piedra a piedra, por todo el mundo, una sociedad más justa, un mundo nuevo dónde no habrá ya ni muerte, ni hambre, ni lágrimas, ni dolor


La familia Vicenciana está formada por un conjunto de personas e instituciones unidas por una característica común y fundamental: el seguimiento de Jesucristo servidor y evangelizador de los pobres al modo y manera como lo hizo San Vicente de Paúl. En sentido amplio, pertenecen a la Familia Vicenciana todas las instituciones que de un modo directo o indirecto se inspiran San Vicente de Paúl a la hora de fijar sus fines o definir su fisonomía espiritual. Así considerada, la Familia Vicenciana alcanza hoy muy amplias dimensiones. En los últimos años se han catalogado como pertenecientes a la Familia Vicenciana alrededor de 268 instituciones, de las que 239 son Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, 21 son asociaciones laicales y 8 son congregaciones anglicanas. De todas estas instituciones perviven actualmente unas 165.

En sentido restringido, la Familia Vicenciana está formada por aquellas congregaciones o asociaciones que, o bien deben su nacimiento a la iniciativa directa del propio San Vicente o han declarado explícitamente su voluntad de sentirse descendientes espirituales suyos.

Cuando se habla de Familia Vicenciana generalmente, se refiere a este “sentido restringido” y así se pueden destacar siete ramas:

  • AIC (Asociación Internacional de Caridades de San Vicente de Paúl): fundada por Vicente de Paúl el 23 de agosto de 1617 en Châtillon-les-Dombes (actualmente Châtillon-sur-Chalaronne, Francia) erigida oficialmente el 8 de diciembre de 1617, asociación laical eclesial preocupado por el bienestar material y espiritual de los pobres con un sentido claro de la Caridad organizada. Sus primeros nombres fueron “Cofradías de la Caridad” y “Damas de la Caridad”. En octubre de 1971, se renueva la asociación y se adopta el nombre actual.
  • Congregación de la Misión (Misioneros Paules): la fundación propiamente dicha tuvo lugar el 17 de abril de 1625 mediante el contrato firmado por Vicente de Paúl y los Señores de Gondi. La aprobación oficial tuvo lugar el 12 de enero de 1633 por la bula “Salvatoris nostri” del Papa Urbano VIII. Es una sociedad de vida apostólica perteneciente “al cuerpo del clero secular y no al número de las órdenes religiosas” como expresó el papa Alejandro VII en el breve “Ex Commisa Nobis” del 22 de septiembre de 1655. Su dedicación principal es la evangelización integral de los pobres sobre todo de los más abandonados, y la ayuda en la formación de clérigos y laicos.
  • Compañía de las Hijas de la Caridad fundada el 29 de noviembre de 1633 por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. El 18 de enero de 1655 fue aprobada por el cardenal de Retz, arzobispo de París, y el 8 de junio de 1668 recibió la aprobación pontificia del Papa Clemente IX. Es una Sociedad de Vida Apostólica. Su identidad se resume así: “Totalmente entregadas a Dios para el total servicio a los pobres, con un espíritu evangélico de humildad, sencillez y caridad”.
  • Sociedad de San Vicente de Paúl: Su fundación, debida a un reducido grupo de laicos encabezados por el beato Federico Ozanam, data del 23 de abril de 1833. Se trata de un movimiento laical de amplitud universal, con fines de apostolado caritativo y social. Un componente decisivo es la espiritualidad vicenciana. Tiene a San Vicente de Paúl por patrón. En San Vicente fijo siempre su mirada al tratar de definir el espíritu y los fines de la Sociedad. Desde sus comienzos aceptó y cultivo las virtudes evangélicas y vicencianas.
  • JMV (Juventudes Marianas Vicencianas): Data de las apariciones de la Virgen a Santa Catalina Labouré en 1830. La vidente recibió el mandato de que se fundara una Asociación de Hijos de María. El papa Pío IX en dos ocasiones sucesivas, 20 de junio de 1847 y 19 de julio de 1850, aprobó esta Asociación. Se trata de un laicado vicenciano relacionado estrechamente con la Congregación de la Misión y con la Compañía de las Hijas de la Caridad. Su fin, consistente en los comienzos en formar a los niños y adolescentes pobres, fue en su tiempo y sigue siéndolo, hoy salvadas las distancias, un fuerte objetivo vicenciano. Actualmente su identidad viene definida por cuatro notas esenciales: eclesial, mariana, misionera y vicenciana.
  • Asociación de la Medalla Milagrosa: También dimana de las manifestaciones de la Virgen Milagrosa en 1830. Cómo tal Asociación fue aprobada por el Papa Pío 10 el 8 de julio de 1909 para toda la Iglesia, encomendado su dirección al Superior General de la Congregación de la Misión. Sus fines específicos son, según los nuevos Estatutos, la devoción a la Virgen Milagrosa, la santificación de los socios y la acción apostólica y caritativa. Forma parte de la Familia Vicenciana, debido a su origen y su relación histórica con la Congregación de la Misión y la compañía de las Hijas de la Caridad y a su acción caritativa, puesta de manifiesto sobre todo a partir del Concilio Vaticano II.
  • MISEVI (Misioneros Seglares Vicencianos): Fue aprobada el 5 de julio de 1997 para fomentar y facilitar apoyar y coordinar la presencia y el trabajo evangelizador de los laicos vicencianos en la Misión. La relación de la Congregación de la Misión, con la Compañía de las Hijas de la Caridad y con otras Asociaciones laicas de la Familia Vicenciana es de carácter espiritual, carismático y de colaboración.

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Del Suplemento de la Revista Vida Nueva Digital Febrero 2018